AYUDAS I+D+I | CDTI: 40 años al servicio de las empresas que innovan

AYUDAS I+D+I | CDTI: 40 años al servicio de las empresas que innovan
Hablar del desarrollo de la tecnología se ha convertido ya en un lugar común...”. Así se iniciaba el Informe Anual del CDTI publicado en 1981, bajo el editorial La innovación: ¿por qué?: “[...] El cambio tecnológico y la innovación son el único medio de mantener una estructura industrial competitiva y de obtener beneficios a largo plazo. Todo ello sin contar con la crisis energética, los problemas ambientales y la recesión que amenazan a la eco- nomía mundial, razones todas estas que convierten en imperiosa la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías [...]”.

En el presente, tras cuatro décadas de liderazgo, el CDTI continúa siendo un motor fundamental en el apoyo y la financiación de la I+D y la innovación empresarial española. Como resultado de su continua evolución a través de sucesivas etapas, el CDTI constituye hoy uno de los pilares básicos del desarrollo tecnológico, de la innovación empresarial y de la representación de los intereses españoles en la mayoría de los programas internacionales de cooperación tecnológica, en los programas espaciales y en los grandes proyectos de instalaciones científicas. El papel del CDTI dentro del sistema espa ñol es cada vez más decisivo y, 40 años después, su filosofía aún descansa en el principio de que el desarrollo tecnológico, la innovación y, sobre todo, las empresas son la llave del futuro.

UN POCO DE HISTORIA

Fue a partir de los años 50 cuando los gobiernos comenzaron a considerar la política científica y tecnológica como un instrumento para lograr alcanzar objetivos tanto económicos como de bienestar social. En aquellos tiempos, surgieron opiniones diversas sobre el efecto de la actividad tecnológica en el crecimiento económico y, sobre todo, sobre la necesidad de recibir apoyo público. Era patente el hecho de que la disponibilidad de medios económicos era limitada, por lo que la mayoría de las iniciativas científicas de gran alcance, que requerían una financiación importante para poder ser desarrolladas, se concebían en el campo de la cooperación internacional. A finales de la década, el mecanismo más relevante en cuanto a cooperación era la Organización para la Cooperación Económica Europea (OEEC).

Esta organización fue reemplazada en 1961 por la nueva Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), creada para coordinar de forma conjunta las políticas económicas y sociales de sus estados miembros. La OCDE, formada por los países miembros de la OEEC junto con Estados Unidos, Canadá y Japón, jugó un papel decisivo en los primeros pasos de las políticas científico-tecnológicas internacionales. En el Informe Piganiol, elaborado por un grupo asesor especializado en política científica por encargo de la OCDE, se planteaba ya en 1961 la necesidad de que los países desarrollasen políticas y mecanismos para una gestión eficaz del sistema científico: “políticas para la ciencia y ciencias para la política”, una utilización de la ciencia para la consecución de los objetivos nacionales a través de su aplicación a todos los campos de la política pública.

Este Informe tuvo una gran influencia en el concepto de política científica occidental y marcó el ritmo de los años 60, haciendo especial hincapié en la urgencia de promover la cooperación internacional. En consonancia con esta voluntad de cooperación y de normalización de criterios, en 1963 se celebró en Frascati (Italia) la primera reunión de expertos en estadística de I+D de los países de la OCDE. En esta reunión, se gestó el documento que definirá los estándares de medición de las actividades científicas y tecnológicas que facilitarán a partir de entonces los criterios de comparación entre los distintos casos interna cionales. Este informe, que se publicó en 1963 como Manual de Frascati (y cuya primera edición sería después traducida al español por el propio CDTI en 1981), ha mantenido su vigencia en sucesivas ediciones y la publicación de anexos hasta nuestros días y se ha convertido en un estándar de facto tanto para los países miembros de la OCDE como para los que no lo son.

A lo largo de la década de los 60, la ciencia y la tecnología pasaron a convertirse en sendas preocupaciones de naturaleza política, ya que las grandes oportunidades que comportaban superaban por un amplio margen los recursos económicos y humanos disponibles. Los gobiernos se vieron convertidos en las principales fuentes de apoyo de la actividad científica empujados por dos factores principales: el rápido aumento de los costes derivados de las actividades de I+D y la creciente importancia de la contribución de la ciencia a la defensa y al bienestar. Esta situación sobremensionada a nivel europeo contrastaba, especialmente, con la de nuestro país, que por aquel entonces aún se caracterizaba por un notable atraso científico y el escaso apoyo público existente. Era evidente que los recursos no podrían seguir creciendo de forma ilimitada, por lo que se hizo necesario que los gobiernos comenzaran a establecer prioridades y utilizar criterios de selección más rígidos. Durante los años 70, se desarrollaron a nivel internacional las primeras experiencias de evaluación de tecnología y de asesoramiento tecnológico a los parlamentos.

Pero aún en los 70, y como consecuencia de la importante crisis económica e industrial de mediados de la década, será la tecnología, más que la ciencia, quién acapare toda la atención. España no sólo no podía aislarse de esta situación de crisis, sino que la padeció con mayor rigor como consecuencia de las peculiaridades propias del modelo económico adoptado en la década anterior. Crisis del petróleo y aumento de precios, incremento del precio de las materias primas, crisis del sistema monetario internacional; todas ellas causas íntimamente relacionadas a través del aumento de los costes de la energía. De forma paralela, esta crisis no era sino una etapa de recesión económica inmersa en los ciclos de transformación de las estructuras económica e industrial. A esta situación vendría a sumarse una incipiente tendencia hacia la mundialización de las relaciones económicas. La naturaleza y magnitud del esfuerzo que debía acometer el sector industrial español para poder llegar a alcanzar un puesto de entre los países que basaban su futuro en un patrimonio tecnológico era todo un reto.

Y en medio de aquella agitación, haría su aparición el CDTI...

EL CONTRASTE ESPAÑOL

El extraordinario avance industrial español de los 60-70 comenzó, sin embargo, con una importante carencia tecnológica y su evolución favorable no dio lugar, como inicialmente era de esperar, a un fenómeno paralelo en cuanto al desarrollo de tecnologías propias. Al contrario, se continuaba importando en tecnología no sólo lo que se necesitaba, sino también lo que hubiera podido generarse a partir de desarrollos españoles; incluso se adquirían tecnologías que finalmente no se llegaban a utilizar, pero que justificaban la utilización de denominaciones comerciales ya conocidas o con “denominación de origen” para los escépticos de nuestra propia tecnología. Esta situación, junto con el creciente volumen de pagos al exterior ocasionado por esta circunstancia, hizo imprescindible la intervención del Ministerio de Industria y Energía de entonces, que se vio en la posición de tener que afrontar la problemática de las necesidades en tecnología del sector industrial español.

El III Plan de Desarrollo (1972-1975), que fijaba el objetivo de que los gastos de I+D alcanzaran la cifra del 2% del PIB en 1980 se dio de bruces con la crisis del petróleo, por lo que en 1975 el gasto en I+D no consiguió superar todavía el 0,3% del PIB. La suspensión del IV Plan de Desarrollo (1976-1979), que pretendía reforzar la política científica y tecnológica e incrementar los gastos de investigación, colocó a la investigación científica y técnica española al borde del caos, justo antes de haber conseguido unas cotas mínimas para despegar.

Durante los primeros años de la transición a la democracia, la preocupación por el proceso de institucionalización de la ciencia y la tecnología en España quedó relegada a un segundo plano, pero desde finales de los años setenta comenzaron a observarse algunos cambios importantes. Uno de ellos fue la creación del CDTI, en respuesta a la necesidad de articular medidas contra el atraso histórico de nuestro país en materia de tecnología e innovación. Con la misión de “ayudar a elevar el nivel tecnológico de las empresas españolas”, el CDTI ha cumplido ya sus primeros cuarenta años sirviendo de puente del desarrollo tecnológico con la innovación y la producción tecnológica.

Algunos años después, en 1982, se llevaría a cabo la redacción de un proyecto de Ley de Investigación Científica y Técnica que pondría de manifiesto una preocupación más firme por las políticas de I+D. Sin embargo, el proyecto sufrió un retraso de varios años hasta que fue retomado en 1986 con la aprobación de la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica, la conocida Ley de la Ciencia, que establecía un plan sistemático de coordinación y apoyo público a la ciencia y la tecnología. La distancia de nuestro país con los países más avanzados de su entorno comenzaba a acortarse y, para conseguir cerrar aquella brecha, se puso en marcha una medida, calificada por algunos como espectacular, de apoyo a la ciencia y la tecnología española: la creación del Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial, cuyo acrónimo inicial fue CEDETI en lugar del hoy ya tradicional CDTI. Contó con un presupuesto inicial, para un periodo de cinco años, de 40 millones de dólares, 18 de los cuales procedían del acuerdo firmado con el Banco Mundial.

La escasez de experiencias análogas a la del CDTI a nivel internacional y la voluntad de no realizar un mero trasplante de experiencias generadas en otros países y con unos condicionamientos socioeconómicos y tecnológicos distintos de los españoles determinó que se tratase de definir una filosofía de actuación propia, adaptada a la realidad del sector industrial español. La idea CDTI fue el resultado de muchas discusiones entre el equipo del Banco Mundial, liderado por Charles Weiss, primer Asesor sobre Ciencia y Tecnología del Banco Mundial y el del Ministerio de Industria español, encabezado por José Gil Peláez, Subdirector General de Tecnología y Productividad Industrial. Básicamente, el acuerdo establecía que el CDTI debía asumir en sus actuaciones criterios eminentemente empresariales tanto en su gestión como en su política de selección, evaluación y posterior intervención en los proyectos. Además, la selección de proyectos tendría que prestar especial atención a las posibilidades de éxito comercial de las innovaciones propuestas, en línea con el deseo de motivar la creación de tecnología española y un tejido empresarial propio; es decir, incitar a las empresas a que invirtieran en crear tecnología innovadora, lo que redundaría en un desarrollo económico inmediato.

“Nuestro modelo de sociedad está inmerso en un profundo cambio. Indudablemente, la crisis de los precios energéticos ha tenido, tiene y seguirá teniendo un papel fundamental en él. Pero también otros factores, como el crecimiento explosivo de la electrónica o la evolución de determinados parámetros sociales, están provocando la marcha hacia un tipo de sociedad industrial donde los axiomas actuales [...] van a romperse en mil pedazos”. Con esta certera predicción se abría el Informe Anual del CDTI de 1979.

En sus primeros años, y con la voluntad de lograr el mayor alcance posible de sus acciones, no se implantó un sistema de operación normalizado, sino que se optó por dejar las puertas abiertas a cualquiera de las propuestas de intervención que se le sometían, haciendo así gala de una necesaria receptividad cuyo fin último era conseguir el mayor alcance posible para todas sus acciones. Por ello, su menú de servicios era tan variado como fueran las peticiones que se le presentaran: participación financiera en proyectos de innovación, exploración de mercados públicos o privados para promoción de tecnologías de interés común a un sector industrial, intervención en programas de interés estratégico, participación en estudios de mercado y de previsión tecnológica, programas de dinamización tecnológica de las Pymes, explotación de patentes e invenciones, servicios de información tecnológica, explotación de los datos del Registro de Transferencia de Tecnología y de la Propiedad Industrial... El CDTI ofrecía “ayuda a medida”, a lo largo de aquel proceso de definición de sus procedimientos y sistemas.

Con ese mismo objetivo, se creyó necesario que el CDTI debía vincularse con el éxito o el fracaso de las operaciones financiadas, asumiendo una parte del riesgo pero también más expectativas de beneficios en caso de éxito del proyecto. Por ello se desestimó la modalidad de subvenciones a fondo perdido, prefiriendo otras fórmulas que permitieran al CDTI recuperar las aportaciones realizadas en la forma de canon sobre los beneficios comerciales generados por los proyectos. Esta fórmula perseguía el objetivo de que, a medio plazo (5 a 8 años), el CDTI fuera capaz de autofinanciarse con el retorno de sus operaciones, buscando así un status de independencia económica que lo aislara de cualquier tipo de vaivenes políticos que pudieran afectar al desarrollo tecnológico español a medio y largo plazo. Además, el CDTI debería utilizar su capacidad financiera como capital semilla, buscando siempre un efecto multiplicador de sus inversiones. En este sentido, los proyectos respondían tanto a iniciativas ajenas como a las de desarrollo tecnológico generadas a nivel interno, mediante la detección e identificación de necesidades y oportunidades que se generaban dentro del sistema español, las cuales, en cualquier caso, debían ser canalizadas a través de las empresas.

El CDTI se mostró muy activo en el escenario del desarrollo tecnológico de la época, a pesar de que continuaba aprendiendo mientras andaba su propio camino. Por aquel entonces, dejó entrever uno de sus rasgos más característicos y que se ha mantenido hasta la actualidad: su extrema agilidad a la hora de poner en marcha nuevos programas o de adherirse a programas ajenos cada vez que surgía una nueva oportunidad de mejora para el desarrollo español. Una muestra de ello fueron, entonces, los novedosos Programas Especiales de Investigación y Desarrollo, conjuntos coordinados de proyectos que apuntaban a un mismo objetivo estratégico. Como ejemplo, el Programa de Conversión Fotovoltaica, el de Pequeñas Centrales Hidráulicas o el de Energía Eólica, creados a iniciativa del CDTI. Otra muestra en nuestros días es, por ejemplo, la Iniciativa Neotec.

EL AÑO DE LA TRANSFORMACIÓN

El año 1983 constituye una fecha clave. La estructura del CDTI, que en 1978 (Real Decreto 362/1978 de 10 de Febrero) se había modificado para dejar de ser considerado Servicio Público y pasar a convertirse en Organismo Autónomo, vuelve a sufrir una evolución morfológica decisiva. Coincidiendo con la finalización del plazo del crédito del Banco Mundial, se realizó un análisis en profundidad del sistema de funcionamiento del CDTI. En él se detectaban diversas rigideces tanto administrativas como orgánicas y funcionales, que aconsejaban su transformación en un órgano dotado de mayor eficacia para la nueva política de innovación tecnológica que había diseñado el equipo de gobierno, redefiniendo el concepto de innovación tecnológica. Ahora, todo proyecto debía contener elementos de innovación, pero también buenas perspectivas comerciales.

Para ello, el CDTI se convierte (por el Decreto Ley 8/1983 de 30 de Noviembre) en sociedad estatal, con el propósito de lograr una mayor agilidad en su gestión y en sus presupuestos y redefiniendo sus funciones dentro del sistema de Ciencia y Tecnología español para ser capaz de responder de forma realista a las necesidades de las empresas innovadoras. Este cambio constituyó una importante transición para el CDTI, entre una primera etapa de definición y la nueva etapa de consolidación y renovación que afrontaría a partir de entonces. Una de sus primeras acciones, dentro de esa renovada voluntad de permeabilidad a la realidad industrial del país y de cercanía a la empresa, fue la firma a finales de 1983 de diversos convenios de cooperación con las Consejerías de Industria de las Comunidades Autónomas, que el CDTI reconocía como los testigos más directos de la realidad industrial de sus respectivas zonas geográficas.

PREPARANDO EL GRAN SALTO

A partir de entonces, y como consecuencia directa de ese nuevo enfoque, comienza un espectacular crecimiento que se mantiene en línea ascendente hasta hoy. En 1985, sólo dos años después, se aprobaron 216 proyectos de I+D, con una inversión total de 139,2 M€ (23.167 millones de pesetas). Este espectacular resultado no sólo triplicaba el del año anterior, sino que casi alcanzaba esa misma proporción en comparación con todo el periodo 1977/1983. Era la prueba definitiva del éxito de la idea CDTI, cuyo constante esfuerzo en la generación de acciones dirigidas a lograr un clima innovador en el ámbito nacional había empezado a dar sus frutos.

Pero una de las asignaturas pendientes seguía siendo el frente internacional. En 1985, se firmó el acuerdo fundacional de la Fuente Europea de Radiación Sincrotrón (ESRF) con Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia, y el CDTI continuaba con su representación en el Comité Ejecutivo de Airbus o en el CERN, apoyando la contratación de empresas españolas. También era responsable de gestionar y coordinar la reciente participación de nuestro país en el Programa Eureka, una iniciativa de cooperación entre 18 países europeos y la Comisión de la CE para el fomento de proyectos internacionales de desarrollo tecnológico. Sin embargo, y aunque el CDTI se mantenía activo en diversas iniciativas internacionales, hasta 1986 esta actividad era solo limitada.

Esta situación estaba a punto de cambiar como consecuencia de dos hechos que iban a concurrir en 1986. En primer lugar, la incorporación de España a la CEE el 1 de Enero de 1986, con lo que todas las acciones iniciadas hasta el momento por el CDTI se vieron potenciadas en este nuevo contexto internacional, además de contar con una nueva fuente de recursos para las actividades de desarrollo tecnológico industrial. Y, en segundo lugar, el hito que supuso la Ley de la Ciencia para el sistema español.

LA LEY DE LA CIENCIA Y EL NUEVO CDTI

Tomaba su nombre del artículo 149.1.15 de la Constitución Española, y se diseñó para ser la piedra angular del nuevo esquema del sistema español de ciencia y tecnología que atajara de una vez por todas las deficiencias que estaban en el origen de la debilidad crónica del sistema español. La necesidad de coordinar los esfuerzos en I+D de nuestro país hará que la Ley de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica (Ley 13/1986 del 14 de Abril), popularmente conocida como Ley de la Ciencia, asigne al CDTI la colaboración con la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología para asegurar los retornos tecnológicos e industriales derivados de la participación española en programas internacionales y para acometer otras acciones específicas asignadas por la CICYT. Esta ley se convertirá en la garantía de la reorientación en curso de la política pública de Ciencia y Tecnología, que a partir de entonces se abría definitivamente a la cooperación aunque también a la competencia de otros sistemas nacionales más experimentados.

Su objetivo principal era dotar de forma al marco de operación necesario para que el esfuerzo nacional en I+D alcanzara niveles homologables con el resto de Europa. La ley reordenaba el marco legal de actuación del Estado en el campo de la investigación y el desarrollo tecnológico, así como la creación de las instituciones políticas que garantizaban la coordinación de la acción pública y la selección de objetivos y prioridades para las actividades de investigación. También planteaba reformas que afectaban al régimen jurídico de algunos organismos públicos. La Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología (CICYT), a la que se encomienda la programación coordinada de las actividades de investigación nacionales mediante el Plan Nacional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, sería responsable a su vez de establecer macroobjetivos en investigación científica y tecnológica para periodos plurianuales, articulando con ese fin las planificaciones necesarias.

El renovado papel del CDTI será el de aplicar las orientaciones del Plan Nacional de I+D, que le encomienda los aspectos relacionados con la implantación de las tecnologías del sector productivo y le asigna un amplio espectro de competencias:

  • Promover la colaboración entre la industria y las instituciones y organismos de investigación y desarrollo tecnológico.

  • Evaluar el contenido tecnológico y económico de los proyectos en los que intervengan empresas.

  • Promover la explotación comercial de las tecnologías desarrolladas por universidades y organismos públicos de investigación.

  • Colaborar con la CICYT en la obtención de los retornos científicos, tecnológicos e industriales de los programas internacionales con participación española.


Una de las consecuencias inmediatas de este nuevo giro, y ante la oportunidad de acceso internacional que le brinda la nueva situación política, es la creación de la estructura necesaria dentro del CDTI para la gestión de la participación española en los programas de Eureka, de la Agencia Espacial Europea, de Airbus y del CERN, dando comienzo oficialmente a iniciativas internacionales que serán a partir de entonces una constante dentro de sus prioridades. En ese mismo año, tendrán lugar dos importantes acontecimientos en la historia del CDTI: por un lado, la apertura en Tokio, en colaboración con la CEOE, de la Spain Business and Technology Office (SBTO), la primera representación internacional del CDTI cuyo principal objetivo era pro- mover y facilitar la transferencia de tecnología entre Japón y España, y que comenzó a obtener resultados positivos a partir de su gestión desde sus primeras acciones; y, en segundo lugar, la aprobación por parte del Consejo de la Agencia Espacial Europea de la su Resolución a Largo Plazo, con un periodo de aplicación de doce años (1988-2000). Este Plan significó para España un compromiso real con la industria y con los centros de investigación para el desarrollo aeroespacial y nuestro país ocupó desde el primer momento un lugar preferente entre los países con un mayor volumen de contribución económica a los programas de más relevancia.

El CDTI centrará a partir de entonces sus actuaciones en tres líneas principales: la financiación de los proyectos de I+D con clara aplicación comercial, así como de los concertados con las OPIs y universidades, de acuerdo con el Plan Nacional; la evaluación de proyectos empresa- riales del Plan Nacional; y la representación española en programas internacionales. En 1987, un año después de la incorporación de España a la CE, y como prueba de la importancia otorgada a las actuaciones internacionales, el CDTI asumirá por primera vez la Presidencia del Programa Eureka por un periodo de nueve meses, experiencia que se repetirá años después con gran éxito en 2000 y en 2016.

También continuará renovando los instrumentos de los que dispone para modernizarlos y adecuarlos a las nuevas necesidades. Es el caso de los Proyectos Concertados de Investigación, que hacen su aparición en 1988 para sustituir a los antiguos Planes Concertados de Investigación de la extinta CAICYT.

DIEZ AÑOS DESPUÉS

En 1988, el CDTI cumplía sus primeros diez años de vida y el balance no podRía ser más positivo. Habiendo dejado atrás los ajustes de la reconversión y encarando el futuro con acento en los aspectos de innovación y tecnolo gía, el CDTI había conseguido gestionar un total acumulado de 365 proyectos con una inversión asociada de 405,5 M€ (67.457 millones de pesetas). Todo un record que serviría de estímulo para asumir nuevas responsabilidades, como la gestión compartida de los intereses españoles en trece programas del II Programa Marco, todos ellos de alto contenido industrial, con el fin de lograr el mayor índice de respuesta posible por parte de las empresas españolas, o el reto de trasplantar la experiencia Eureka al ámbito hispanoamericano. De este modo, el Programa Proyectos de Innovación fue lanzado con éxito en 1990 con la colaboración de la CICYT y el Instituto de Cooperación Iberoamericana, siendo posteriormente rebautizado como Iberoeka. Con él, se consolidó en el CDTI un Departamento de Transferencia de Tecnología para promocionar la explotación comercial de tecnologías financiadas por el Centro, generándose una importante estructura de relaciones con redes nacionales e internacionales (Value o Eurotech, entre otros) que facilitaban su difusión.

UN ESPAÑOL EN ÓRBITA

El 13 de Abril de 1991, se daban a conocer los nombres de cinco españoles que, tras un complejo proceso de selección, habían sido seleccionados por el CDTI como precandidatos para participar como astronautas en los programas espaciales de la Agencia Espacial Europea. Habían sido elegidos como resultado de la batería de pruebas físicas, psicológicas y médicas de un riguroso proceso, coordinado por el CDTI al que se presentaron 658 españoles altamente cualificados, y optarían después a una segunda etapa de selección en la que competirían con candidatos de los otros 12 países europeos miembros del programa espacial. Finalmente, el español Pedro Duque consiguió hacerse con la deseada denominación de Astronauta de la ESA, que en 1998 culminó con uno de los proyectos más ambiciosos de nuestro país: el vuelo espacial de un astronauta español por primera vez en la historia.

Este mismo año fue también testigo de la voluntad cooperativa de los gobiernos que apostaban por el desarrollo y la innovación como motor de sus economías. Se trata del nacimiento de TIE (Technology Implementation in Europe), una organización rebautizada hoy como TAFTIE de la que el CDTI fue miembro fundador y cuyo objetivo era promover la cooperación entre las organizaciones responsables de implementar las políticas tecnológicas de los distintos países a nivel nacional y perseguir la sincronización de procedimientos para la promoción y financiación del desarrollo tecnológico.

CAMINO DEL NUEVO SIGLO

Los siguientes años se caracterizaron por la intensa actividad a nivel internacional y por la implementación de programas novedosos que continuaran estimulando a las empresas innovadoras. En 1992, se pondrá en marcha una nueva modalidad de apoyo a la transferencia de tecnología en la forma de los Proyectos de Promoción Tecnológica. Estos proyectos se crearon para apoyar la comercialización internacional de tecnología española mediante financiación para la obtención de patentes y la extensión internacional de patentes españolas, así como homologaciones para acciones de promoción comercial y análisis de mercado. También se puso en marcha la Unidad de Acciones Especiales, responsable de la gestión de las Acciones PASO (Plan de Acción Software para España) y PACE (Plan de Acción CIM para España). Estos Planes eran resultado del acuerdo entre el gobierno español y la CE para impulsar una participación más masiva de las Pymes en los proyectos del Programa Marco y acelerar su integración en las nuevas tecnologías de la información, comunicaciones, automatización y gestión industrial informatizada. Estas acciones, que finalizaron en 1997, lograron su objetivo de conseguir un aumento real en el número de empresas españolas participantes en el Programa Marco (un 23% de las cuales procedía de PASO y PACE).

Otro nuevo mecanismo en apoyo de la internacionalización de la empresa española, serían las nuevas ayudas financieras para la preparación de propuestas Comunitarias, las APC, créditos a interés cero sólo reembolsables si la Comisión Europea aprueba la propuesta. Las APC, además de ofrecer una interesante financiación de lanzamiento, permitían apoyar a la empresa en todo el proceso de presentación de la propuesta en coordinación con socios de otros países. A partir de 1999, y con el objetivo de fomentar la realización de propuestas de calidad y con peso significativo en los consorcios, las APC se destinarían a empresas que planteaban su participación como líderes del consorcio internacional, o a empresas no líderes que no había participado antes en el Programa Marco y tenían un peso en el presupuesto de la oferta superior al 10%.

En cuanto a la expansión internacional del CDTI, la ampliación de la Red Exterior, que hoy cuenta con representación en 28 países, finalmente se consolida con su implantación en Brasil en 1996, a la que seguiría Corea en 1997, Colombia, Chile y Marruecos en 1998 y China en 2002 y se expande definitivamente con la firma, en 2013, de un acuerdo con el ICEX para optimizar su coordinación en el fomento de la internacionalización de las empresas españolas.

Un hito importante en la última década del siglo XX fue la aprobación, por parte de la ya Unión Europea, de Fondos FEDER para regiones objetivo 1, cuya gestión sería asignada al CDTI y continúa hasta hoy.

A LAS PUERTAS DEL SIGLO XXI

El CDTI sería aún objeto de una nueva reconfiguración antes de alcanzar el siglo XXI. De acuerdo a la Ley 50/1998 de 30 de Diciembre de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social, el CDTI se adapta a la Ley 6/1997 de 14 de Abril de Organización y Funcionamiento de la Administración general del Estado, asumiendo la configuración de Entidad Pública Empresarial, que continúa siendo su condición en la actualidad.

A las puertas del nuevo siglo, se continuó persiguiendo un mayor acercamiento a las empresas, facilitándoles el acceso y ampliando e incrementando la oferta. Así pues, en 1999, el Consejo de Administración del CDTI decidió mejorar aún más las ayudas, ofreciendo ayudas con un tipo del 0% y ampliando el plazo de reembolso para iniciativas internacionales de 5 a 8 años. Con esta medida, el CDTI reducía en un 2,5% el tipo de interés hasta entonces aplicado, mejorando así el nivel de bonificación de sus préstamos y, en consecuencia, su atractivo financiero. También en 1999 se firmaba el convenio que ponía en marcha la nueva línea de financiación CDTI-ICO. Se duplicaba así la oferta financiera en condiciones privilegiadas. Con su financiación, el CDTI había permitido que numerosas empresas hubieran empezado a desarrollar proyectos de I+D y de innovación tecnológica, crecer y consolidarse. Pero su aportación, aun siendo muy importante en términos absolutos, era limitada. Se observaron las necesidades empresariales de financiación de actividades de innovación. Era preciso facilitar también el acceso a la financiación bancaria a las empresas que querían desarrollar proyectos de modernización tecnológica. Para ello, en 1999 se añade a la ya tradicional financiación directa del CDTI la opción de la financiación bancaria en condiciones privilegiadas. De este modo se duplicó la oferta financiera, que pasó de 28.000 millones de pesetas en 1998 a 54.000 en 1999.

El CDTI es hoy un órgano consolidado como centro de referencia a nivel nacional en cuanto a gestión de programas espaciales de carácter civil desarrollados o participados por España. Por asignación de la Oficina de Ciencia y Tecnología (OCYT), el CDTI ocupó la presidencia del Grupo de Trabajo que diseñó los contenidos y objetivos del Programa Nacional de Espacio, que habría de integrarse en el Nuevo Plan Nacional de I+D+I 2000/2003 y que, en su vertiente industrial, gestiona el propio CDTI hasta la fecha. La experiencia española acumulada en las últimas décadas ha culminado en el desarrollo de una competente comunidad muy respetada en el ámbito internacional y que, de la mano del CDTI, ha participado de forma activa en todas las misiones de la Agencia Espacial Europea desde su creación en 1975. En los últimos años, España ha aportado tecnología, procesos e infraestructuras no sólo a misiones de la ESA como Rosetta, Galileo y Copernicus sino también de la NASA, para cuya misión Mars Exploration Rover desarrolló la estación meteorológica instalada en el robot Opportunity para explorar las condiciones ambientales de Marte. España participará también en los próximos retos para estudiar Mercurio, Venus, Júpiter y el Sol.

Desde 1974, España ha puesto en órbita 19 satélites propios y se prepara para el lanzamiento de PAZ e INGENIO, el proyecto más ambicioso de la historia en el campo de la observación terrestre. Los dos satélites funcionarán de forma complementaria para obtener una imagen de cualquier lugar del mundo y en cualquier situación meteorológica cada 24 horas. España será el primer país europeo en disponer de un sistema dual de observación, radar y óptico, de uso civil y militar y alcanzará un grado total de autonomía para disponer de datos propios sobre la seguridad de su territorio.

En la actualidad, España vuelve a ocupar la Presidencia del Consejo de la Agencia Espacial Europea para el periodo 2016-2019 con la responsabilidad de dirigir la política espacial del continente europeo por un valor aproximado de unos 4.400 millones de euros.

EL PRESENTE Y EL FUTURO

El presente del CDTI es bien conocido. Continúa siendo una joven organización ágil y activa, adscrita hoy al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, que en el nuevo siglo continúa aportando nuevas ideas con éxito y adaptadas a los nuevos modelos de mercado y economía, como Neotec (2002), una iniciativa en apoyo de las nuevas empresas de base tecnológica; Neotec Capital Riesgo (2006-2012), un programa para impulsar este tipo de financiación en las empresas de base tecnológica mediante la inyección de fondos públicos (CDTI y FEI) y la atracción de la inversión privada; Innvierte (2015), un fondo de private equity orientado a empresas españolas midcaps diseñado con el objetivo de ejercer un impacto crítico en el sistema de I+D+I español; y la presencia del CDTI en fondos semilla, convirtiéndose en el principal inversor español en fondos enfocados a la transferencia de conocimiento procedente de organismos de investigación, entre otros programas.

Durante 40 años, el CDTI ha ido depurando un potente sistema de apoyo a la internacionalización y a la implantación de actividades de I+D en la empresa, aportando no sólo su apoyo financiero sino también el asesoramiento técnico necesario, que es especialmente apreciado por las empresas. Tras una época en la que el peso del comercio exterior había quedado reducido a menos del 10% del PIB, la economía española inició modestamente en los años 60 su internacionalización; se aceleró a mediados de los 70, con el inicio de la Transición; se acentuó marcadamente en los 80, con la integración española en la entonces Comunidad Europea; y, en nuestros días, ha conseguido alcanzar elevadas cotas de expansión internacional. Las empresas españolas han visto cómo se pasaba de un mercado cerrado y protegido, con unas estructuras industriales y empresariales subdesarrolladas y un elevado número de necesidades que satisfacer, a una economía global de mercados abiertos, con creciente presencia de productos importados y elevados niveles de productividad y competitividad. Es el éxito de un proceso de búsqueda de excelencia-país basado en la innovación tecnológica que nos ha conducido hasta 2017. Y el CDTI ha tenido siempre un papel protagonista en este escenario, persiguiendo lo que siempre ha considerado su misión: ayudar a elevar el nivel tecnológico de las empresas españolas.

LA IMAGEN DE LA INNOVACIÓN

La imagen corporativa del CDTI se ha consolidado en torno a los conceptos de avance, innovación y liderazgo. Desde su concepción, el isologo del CDTI se ha mantenido inalterado al margen de pequeñas adaptaciones puntuales y, en el presente, continúa representando con idéntica eficacia las ideas que lo sustentaron en el momento de su génesis.

Se compone de una sencilla flecha tridimensional, perfilada mediante un vaciado de blanco sobre una pastilla de color azul, que apunta hacia la derecha. Su perfil semiológico es claramente evoca do por la sencillez de sus elementos y por la rotundidad de su semántica asociada. La pieza principal, la flecha, pertenece al campo semántico de la dirección, de lo directo, de lo dirigido (GESTIÓN). Además, se dirige hacia la derecha, combinándose esta posición con los conceptos anteriores para enriquecer el significado de la pieza y ampliarlo con los atributos de movimiento y de avance (DESARROLLO), de adelanto y de posición adelantada (INNOVACIÓN). Estas ideas incorporan significados duales, aplicables al terreno de lo geográfico pero también de lo tecnológico, de lo científico, de lo intelectual.

Otro importante aspecto morfológico de la pieza es su tridimensionalidad. Esta característica refuerza las connotaciones del volumen, con sus significados asociados de solidez, de soporte (APOYO). La forma de la pieza principal, además, se resalta, se destaca y se distingue (PROYECCIÓN) claramente al elevarse sobre el plano en el que se apoya.

Esta red de significados que connota la pieza principal queda perfectamente encuadrada en el campo de operación que representa al CDTI (la ciencia y la tecnología) mediante la utilización de los colores que, tradicionalmente, se asocian a los conceptos de ciencia y de tecnología: el blanco y el azul.

INNOVACIÓN Y COMUNICACIÓN

El CDTI ha sido testigo de la evolución de la I+D y de la innovación en nuestro país. Por ello, una de sus funciones también ha sido la de ofrecer, a través de sus publicaciones, un seguimiento puntual del desarrollo tecnológico.

Nuestra primera publicación periódica (de carácter mensual) fue CUADERNOS CDTI. Comenzó a publicarse en 1981, constituyendo el principal vehículo de difusión de las actividades del CDTI y de los programas que gestionaba. Los cuadernos se publicaban en tres series: azul, temática general; verde, análisis sectoriales; amarillo, estudios sobre tecnologías específicas.

También en 1981 comenzó la publicación de los BOLETINES NP, publicaciones con formato de boletín que sería el germen de NOTICIAS CDTI, de aparición mensual entre Octubre de 1991 y Marzo de 1997. Esta publicación, que se distribuía gratuitamente a 15.000 puntos, ofrecía un acercamiento ágil a las noticias surgidas en torno al CDTI, a sus ayudas y a sus programas.

A partir de 1992, y de forma simultánea a Noticias CDTI, se publicó DESARROLLO TECNOLÓGICO, revista de calidad de periodicidad trimestral que respondía a la necesidad de dar un tratamiento en profundidad a todos los temas relacionados con la tecnología y el desarrollo industrial. Como novedad, es la primera publicación que incluye, en cada número, un encarte con un estudio en profundidad denominado INFORME CDTI sobre temas de especial interés

Todas ellas han sido etapas de un recorrido que ha desembocado en lo que hoy es PERSPECTIVA CDTI, publicación principal desde 1997 en temas relacionados con el desarrollo tecnológico e instrumento esencial para la sensibilización a la empresa sobre la importancia de la innovación tecnológica. PERSPECTIVA CDTI, que con el presente número especial (diciembre 2017) comienza su tercera época, se ha convertido en el mejor escaparate del desarrollo tecnológico industrial.

El Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) es la Agencia Estatal de Innovación que asesora, financia e internacionaliza los proyectos empresariales de I+D e innovación de empresas y entidades españolas y gestiona la participación española en los organismos internacionales de I+D+I, como Horizonte2020 y Eureka, y en las industrias de la Ciencia y el Espacio.

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